Instrucciones para salir del planeta
Siéntese, respire
y después de un rato
comience a levantar su alma;
si el vértigo lo regresa
intente de nuevo
las veces que sea necesario.
Lo importante es ascender,
cruzar la capa de ozono
a la velocidad de la luz
No se frustre
si el cuerpo ovilla,
otro día
deje a su alma ser brillo de centella
y a la Tierra polvo de un recuerdo
remoto.
Recuerda
que lo que está más allá de lo que no sabes
no se llama riesgo
que explorar en silencio la roca ilustre
no se llama escape.
Y cuando te canses de rodear soles
y el vértice que se expande sea tramo trancado
en grados angulosos como la flor sideral que
trémula levita el torso y te hartes de distinguir
brillos de galaxias,
vuelve.
Marchita la cabeza y finge
que no se movió la totalidad de la nada
o cuéntale a los melancólicos
—con toda la parafernalia del entusiasmo-–
de las chispas de Urabamba
de su feria de colores nunca vistos;
que viste la silueta de una estrella
romper la espuma del tiempo.
Aunque huyan de tus atardeceres
y te miren como a un verborrágico centinela,
polizón, el inaudito adagio de un jumento,
trata de acercarles tu recuerdo
de la risa de la madre de Dios
cuando le cuentan
que los cosmólogos
negaron a su hijo.
O no les digas nada
y deja que te expliquen cualquier cosa.
Velocidad
Un auto a 20 kilómetros por hora
se estrella contra un limonero:
llueven sobre el cofre limones
y se rompen los faros del auto.
Un auto se estrella a 50 kilómetros por hora:
el tronco se quiebra;
el auto se queda en el taller por semanas.
A 150 kilómetros por hora muere el conductor
y el estruendo despierta al vecino.
A 600 encuentran limones del árbol a tres cuadras.
Las palabras, en cambio, no pueden ser muy lentas
viajan a unos 1200 kilómetros por hora
Si te digo “auto” te meto un avión en los oídos
¿Leídas viajan a la velocidad de la lumbre?
A 900 mil millones de kilómetros por segundo
el auto y el limonero inventan un color
una luz que comprueba, a partir de una larga
persecución,
la extraña fobia que nos tiene el infinito.
Juan Schulz nació en la Ciudad de México el 5 de junio de 1989 a las 11:30 de la noche. Escribe ensayos, cuentos, poesía e inicios de novelas. Ha obtenido algunos de esos reconocimientos que le sirven a los literatos para acumular capital cultural y ha participado en distintos proyectos que podría poner en un currículum elegante. La escritora Margaret Atwood dijo sobre él: “No tengo idea de quién es, no lo conozco”. En 2025 la editorial Baldíos en la Lengua publicará su primer libro de poesía.