Huye cariño, huye

—Mi pobre Alberto estaba asustadísimo, casi fuera de sí, lloraba. Me dijo que le había dado el mentado derrame cerebral a su pareja, justo frente a él. Yo fui la primera persona en que pensó para pedir ayuda, le dije que se tranquilizara, que marcara al 911 y que en ese instante saldría a ayudarlo.

—¡Ay no! Otro caso más.

—Llegué a su dirección, en ocasiones pasadas nos despedíamos a metros de distancia por obvias razones, y qué tristeza que tuviera que conocer su hogar y a su pareja de esa manera.

—Pensé que ya lo conocías.

—No cariño. Alberto quiso presentármelo, pero nunca accedí. Ya bastante tenía con ser el amante. De por sí, se me hacía bastante incómodo cuando me hablaba de él.

—Es su pareja. Era obvio que te contara de él.

—Más cuando se enojaban. Me buscaba con más insistencia. No sé en qué momento decidí andar con él, de verdad, aún me acuerdo cuando me confesó que tenía una relación abierta y yo ya estaba perdidamente enamorado.

—Eres un ridículo. Pero qué pasó después. No seas cruel, cuéntame todo.

—Cuando llegué su pareja estaba en el sofá como si nada le hubiera ocurrido, pobre, como si tomara una siesta.

—¿Habrá sufrido?

—Yo deseo de corazón que no. Albertito no dejaba de llorar, me contó que su pareja estaba con su celular usando la aplicación para buscar encuentros sexuales y que de repente, se escuchó una tonadita. Alberto supone que fue el sonido que a veces sale en la publicidad de la aplicación, ¡coño!, en eso su novio comenzó a convulsionarse y se desmayó, tal cual como dicen en las noticias.  

—Tengo miedo, muchos usamos ese tipo de aplicaciones.

—¿Y quién no?, en menos de una semana hemos tenido que decir adiós a grandes amigas y amigos, ve tú a saber si estaban o no metidos en esa aplicación, igual y sí. No dejo de pensar en la pareja de mi Albertito, ¿has escuchado lo que dicen en el telediario?

—Yo no creo que tenga que ver con el uso de drogas con las que nos relacionan a la comunidad sexodisidente. Nos quieren hacer culpables de la violencia en la que nos encontramos y por ejercer nuestra sexualidad.

—Además el novio de mi Albertito no usaba popers, ni ningún tipo de estupefaciente. Albertito me lo contaba todo.

—¿Y qué pasó después?

            —Cuando llegué tenía un hilo de sangre en la nariz. En las fotografías que había visto anteriormente de él lo percibía muy joven, pero al verlo así, se me hizo envejecido, sentí compasión, pensé que pude haber sido yo o mi Albertito, que, por cierto, no dejaba de llorar. Lo abracé e intenté calmarlo. Llegó la ambulancia y…

—No llores tío, no fue tu culpa.

—Es que me flipo…Sentí remordimiento. Desee que se alejara de Albertito, que lo dejara libre para mí. Pero, jamás quise que fuera de esa manera.

—Entonces es verdad lo que se dice, en casi todos los casos que se han registrado en este tipo de accidentes las personas estaban viendo el celular.

—¿Te conté que me dijo Pavel?

—No. Cuéntame ya.

—Ahí tienes al Pavel que estaba con su mejor amiga, Raquel se llama, muy chula ella, entre los dos estaban viendo perfiles de varones en la aplicación de citas en el celular de ella, Raquel lo tenía en las manos, ese detalle es importante. Vieron cuatro fotografías seguidas a las que le dieron “me gusta”, después les salió un perfil con un video y una melodía, dice Pavel que en ese preciso instante se sintió como un trance, un vértigo, como si todas las imágenes se encimaran en la última con movimiento, se mareó. Pavel no escucha bien, usa aparatos auditivos, ese día se les había acabado la betería -por fortuna-, dice él. Contó que no escuchó el sonido, pero Raquel sí y lo escuchó muy bien, fue cuando le comenzaron los efectos del dichoso derrame que ya todos sabemos.

—¿Sabes si su amiga tenía aplicaciones de sensores de temperatura corporal? ¿presión arterial? ¿información de su salud?

—Dicen que sí, que Raquel era ultra moderna y que tenía todas las aplicaciones habidas y por haber.

—Supongo que es verdad lo que dicen, que nos quieren eliminar.

—¿Por qué se ensañan con nosotros?

—Albertito piensa que todo está conectado, ha invertido todo su tiempo en investigar qué está sucediendo, incluso ha ido a recolectar un par de testimonios en la misma clínica donde está internado su pareja. Yo temo por él, siento que algo puede pasarle. Mira y hablando del rey de Roma, me está llamando. Le tomaré la llamada para saber qué pasa. No vaya a ser una emergencia.

—¿Sigues aquí?

—Te escucho.

—Albertito indagó aún más, estoy flipado, me acaba de decir que en el pasado el gobierno a través del ejercito compró un sistema operativo a Israel llamado Pegaso, pero hasta ahora lo usaron. Cuando los usuarios de aplicaciones diseñadas para encuentros sexuales ven ciertas fotografías seguidas, lo que realmente están viendo son biocódigos, y cuando escuchan los sonidos de una quinta imagen es cuando se induce a los derrames por la sincronía de nuestro iris sobre la imagen, el sonido y la descarga de energía justo en el momento exacto en que nuestro cuerpo realiza una sinapsis calórica o algo parecido, palabras más, palabras menos.

—Tenemos que alertar a la comunidad. Avisar a los periódicos…  a lo mejor es por las elecciones presidenciales, están desapareciendo al electorado que sigue a la candidata que sabemos que es abiertamente lesbiana…

—Albertito me está marcando de nuevo, qué raro.

—¡Están militares del ejército fuera de la casa de Alberto, están forzando la chapa de su entrada, me lo van a matar!… ¡Ahora soy yo quién no sabe qué hacer!  

—Cariño, están monitoreando esta llamada, también están ya aquí afuera de mi casa…

— No puede ser, ¿Me escuchas?

— Huye, cariño, huye.

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