Halloween

Por fin el suspenso había terminado.
El jurado votó por Maritza, la del mejor disfraz, la que se veía casi natural, horrible. La máscara estaba tan bien adherida a su piel, que no podía distinguirse la unión. Su mirada estrábica no se detenía en nadie en especial. Y el rictus de su rostro, solo expresaba odio y desesperación.
Después de anunciar a la ganadora del concurso y explicar que la decisión había sido unánime, el conductor pidió a Maritza que dijera algunas palabras.
La ganadora del primer lugar, con voz chillona, tomó el micrófono y empezó a gritar: Gracias, querido público, gracias, señores del jurado. Con este increíble premio de diez mil dólares, y aunque suene trillado, por fin podré hacer realidad mi sueño: demandar al hijo de su puta madre, el cirujano plástico que me dejó así.

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