Espectro

Entras despacio a tu estudio. En silencio observas el escritorio. Está tal como lo dejaste el día anterior. Sobre la superficie brillante descansan el cuaderno, la pluma, el libro. El libro que has empezado a leer. Pasas la mirada por la paz sosegada que reina dentro del recinto, por el librero que contiene tus obras preferidas, te paras frente al ventanal a través del cual miras el paisaje. Suspiras y te relajas.

Tomas el libro y te sientas en tu sillón favorito. Deslizas las yemas de los dedos sobre la superficie aterciopelada. Disfrutas con deleite el suave roce de la textura. Pasas tu mano una y otra vez sobre el terciopelo púrpura. Te acomodas y abres el libro. Gozas con anticipación el placer que te proporciona descifrar línea tras línea y descubrir el tesoro oculto entre las letras. Dejas que las imágenes se formen en tu cabeza a medida que avanzas en la lectura.

De pronto, sientes su presencia. Observas por encima del libro. No ves nada extraño. Sigues solo. Afuera, el aire danza entre los árboles y una leve neblina ha empezado a descender. Enciendes un cigarrillo. Continúas el recorrido por el río de letras.

Un siniestro escalofrío recorre tu espalda. Un pensamiento de lucidez se filtra en tu mente, has empezado a reconocer aquello que te acecha y quiere poseerte. Luchas ferozmente por sacudirte de encima ese sentimiento.

Te levantas, diriges tus pasos al pequeño bar al fondo de la pieza. Bebes un sorbo de agua mineral. Oyes el murmullo de tu respiración: húmeda, rápida, hueca. Regresas a la comodidad del sillón. Te dispones a continuar con tu lectura. Tus ojos se deslizan sobre las letras, pero no te concentras.

Transpiras, tus manos están frías, la adrenalina circula por tu organismo y te produce taquicardia. El fuelle de tu respiración agitada hace que tu pecho se eleve con rapidez. Miras a tu alrededor con la vista nublada, como si te estuvieras yendo hacia un pozo oscuro. Intentas gritar, pero de tu garganta seca como vidrio ardiente no sale ni una palabra. Sientes como entra en tu cuerpo. Te posee como si te borrara. El pánico te congela el cerebro. Eres incapaz de pensar.

Te arrastra hacia la oscuridad obscena. Escuchas un gruñido colérico. Un olor putrefacto invade tus fosas nasales. Olor de sangre y mierda. Se expande en tu boca un sabor metálico, la saliva espesa, amarga. Desciendes en una espiral. Sus huesos de humo helado te tocan y te dejan una sensación viscosa. Sientes que tu piel se deshace. Sus ojos te miran desde sus cuencas vidriosas. Te acechan como un tigre en esa extraña selva negra de enredaderas y lianas, que se pegan a tu cuerpo como telarañas.

Un jadeo te arranca de ese silencio amenazador. De esa masa pegajosa que te asfixia. Un débil sonido perfora la oscuridad. Los latidos de tu corazón se acompasan con los toquidos en la puerta. Escuchas una voz que te llama:

—Ya es hora de la cena. Baja, te esperamos.

La voz de tu esposa te ancla en la realidad. Parpadeas como si regresaras desde muy lejos. Un largo suspiro se escapa de tu pecho.

La intuición te dice que la próxima vez, no regresarás.

14 comentarios

  1. ¡Excelente cuento!Te sumerge en la historia, dejándote un sensación inquietante de no saber realmente que es lo que acechaba al hombre, pero te deja sintiendo temor.

    1. Gracias por tu comentario. Un saludo

  2. Me gusto mucho el cuento, felicidades a la autora

    1. Un gran cuento! Te envuelve tal como si estuvieses en la habitación. Bravo!

      1. Gracias, Diana por leerlo. Un abrazo

    2. Gracias, Daniel, que bueno que te gustó. Un abrazo

    3. Daniel, gracias por tu comentario 👍

  3. Excelente, te lleva a sentir las sensaciones descritas.
    La redacción también excelente.
    Gracias por despertar a través de la escritura, sensaciones humanas.
    Felicidades 💐

  4. Un relato corto pero que te engancha al momento y te deja queriendo saber más de lo que provoca esas las sensaciones descritas.

  5. Seguro que se quitan las ganas de estar en esa habitación. Like!

    1. Seguro sí. Gracias por el comentario. Saludos

  6. Nunca sabremos si hay seres extraños acechándonos desde mundos paralelos que, de pronto puedan franquear la barrera que nos divide, para apoderarse de nuestras mentes, con quién sabe qué fines.

  7. Magnífico cuento. Muchas felicidades

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