He caminado por las calles de mi pueblo sin ver, pero hoy fue diferente. Hoy vi las nubes coronar los cerros reverdecidos por las lluvias intermitentes del verano morelense. Hoy vi la paleta de colores bordada en un cielo adornado por volutas de algodón. Me estremeció ver el paisaje de mi pueblo. Nunca lo había visto así. La gente camina los caminos sin mirar alrededor, sin oler los colores emanados del ajetreo cotidiano, de la gente del campo y del tránsito urbano. Las calles empedradas se van alisando con el andar cansado y presuroso hacia la escuela y el trabajo, hacia la infinita cadena de creación e intercambio que mueve el engranaje social por los senderos de la supervivencia.
Mi pueblo es sencillo, a veces, agitado. Pueblerino. Su gente se saluda y reconoce los rostros de otras generaciones, los nombres de los más conocidos, los chismes que van de boca en boca. Casi es tranquilo, de no ser por la pólvora que explota, por las sirenas que cantan desesperadas en su carrera persecutoria, por la sangre que huele a dolor y nostalgia. Temixco ve pasar el vuelo de aves metálicas, resguarda la gloria de una ciudad-fortaleza y se divierte con las aguas de la vieja hacienda azucarera.
En Temixco no solo corren las horas y los días, las memorias y las historias, en mi pueblo se graba el tiempo en una piedra que celoso protege el gato entre el cañaveral y el lomerío.
Licenciada en Historia por la UAEM. Docente por amor a no morir de hambre. Repostera por antojo. Padawan de la Literatura. Fan del cine y las series.
Es coautora del libro Laberintos. Seis escritoras mexicanas de minificción, además de participar en la antología de cuentos Mundos inventados publicada por la Escuela de Escritores Ricardo Garibay.
Su cuento Trinidad obtuvo un premio en la convocatoria Morelos 21: memoria y encuentro, mismo que fue publicado en una antología con el mismo nombre por parte del Gobierno del Estado.
Liz, un relato emotivo, compartido: la visión de tu sitio, de tus calles, del paisaje que se abre con tus letras a los caminantes que seguimos la lectura. Que miramos lo que nos pintas con tu palabra. Breve y bello. Real, sincero. El final me encanta, el gato sigiloso y proyector.
Muchas gracias. Sí, el gato tenía que estar a como diera lugar 🙂
Saludos.
Liz, un relato emotivo, compartido: la visión de tu sitio, de tus calles, del paisaje que se abre con tus letras a los caminantes que seguimos la lectura. Que miramos lo que nos pintas con tu palabra. Breve y bello. Real, sincero. El final me encanta, el gato sigiloso y protector.
¡Qué bello retrato del pueblo, Liz! Y qué terrible lo que se vive al final y mancha tan maravillosos escenarios.
Qué bueno que puedan conocer a Temixco no sólo por las malas noticias.
Saludos 🙂
Lo que más me gusta del cuento son estas dicotomías que marcan un ritmo muy interesante, lo rural-urbano, cansado-presuroso, escuela-trabajo.
Me gustó mucho.
Qué bueno que te gustó eso y justo, esa era la intención. Mostrar esa dualidad que se vive en un lugar.
Saludos 🙂