El cuervo y el unicornio/Carne de música

El Cuervo y el Unicornio

El tornado dentro de mis memorias araña al héroe, al bruno unicornio ante el que me revelo, como cuervo embrujado. Cuervo que extrae sus ojos de esmeraldas contenidos en la cuenca de sus labios.

Cabalgas la materia del acuoso río que te une, a mí, a través del arcoiris que recorren los duendes, con sus sombreros de copas, de hojalata.

Tiendo a reposar en la intemperie, en el bosque de níveos dioses de pagana estampa, siempre caídos en desgracia. Cantan con un coro de instrumentos de cuerda. Me hipnotizan. Lloran sus voces, lloran sus cellos y violines fabricados con pieles de carnero, de lobo, de vaca.

Me estremezco.

Sueño.

Sumerjo mi rostro en el secreto de los árboles. La vegetación fuma los matices pasteles del cielo y el mar de los amaneceres y atardeceres que caen en cascadas sobre mis cabellos, mis rojizas liendras. Todo está preparado.

Las pulgas que crean mi vestido, instan a mi cerebro poseído, a adentrarse más allá de las estrellas, de los recuerdos, de los retazos de tela con los tejo una manta, para protegerme de las pesadillas. Y, entre ayeres siderales, que acuden a mí en la duermevela, reclaman todas mis pertenencias.

Carne de música

El firmamento arranca sus ojos en mi nombre, en esta gris mañana en la que te pienso, recién despierto. Vislumbro tu rostro inundado por la dulzura de la duermevela, tú, frente  a mí, mi mayor ofrenda. La dádiva de pureza que eres, sorprende a cada uno de mis sentidos cada día; de ti manan serpentinas, y, las emociones que percibo en lo profundo de mis almas, aunque estés clavado con alfileres a la pared, impulsan todavía más mis sentidos hacia tu esencia. Esa que conservé desde la primera vez que te vi.   

No en vano me apiadé de ti. Te reverencié, incluso sí provenías de esas desoladas calles, en las que te encontré dormido.     

Ahora que te veo, me fascina lo dignificado de tu porte, el arrullo de tus veintisiete extremidades, el encumbrado de tus tres sexos. En fin, la perfumada perfección andrógina que eres. Te imagino todos los días como mío, aunque no pueda alcanzarte. Sábete, amor mío, que enorgulleces a los que son como tú, tú con tu música corporal, que mana del centro de esos corazones, en la misericordia de las noches. Pero son tus ojos entreabiertos, que se agitan, los que responden a mis ruegos. Maniobran mesuradas oraciones. Me hechizan con sus: “Mírame sólo a mí”. “Mírame”. “He dormido desnudo para verte” que anuncian todos tus melodiosos órganos internos.           

 ¿Caminaste en sueños para encontrarme? Despierta ya, de una buena vez, después de todo hoy celebro tu cumpleaños.  

¿Cuántos colores vi caminar ante mis ojos para tenerte entre mis brazos? Demasiados. ¿Cuántos trajes confeccioné para vestirte en todos estos milenios? Desfilaron ante mí los de gamuza, de seda, de fieltro, de pieles de animales, de cartón, y, otros más con los que agradecí el poder conservarte junto a mí. Como la más poderosa de las flores.

Jamás te quejaste por las agujas con las que te mordía, cuando tomaba tus medidas; no en vano soy sastre y tú eres el principal protagonista de cada una de mis obras. Clavado o no en la pared de mis secretos, eres un ejemplo digno de alabanza. Pero es la carne tierna de la que estás hecho lo que buscan, en cada festival que celebramos, en esta confundida sociedad de nieves etéreas. 

Nota: este segundo texto se acompaña del fondo musical : https://www.youtube.com/watch?v=6m3u09GjpVs              

2 comentarios

  1. Fascinante sinopsis de un erótico y poético encuentro entre dos seres que anhelan su fusión y se admiran mutuamente… Excelente e impecable uso del verbo. Bravo! Felicitaciones…

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