Colores el fuego

No bastan las risas
porque hay que desgañitarse el intestino
con los hervores maritales de los días
con el temblor de los pies en el cóncavo pavimento
            en las escaleras a tu habitación
            en los jirones del algodón de tus mañanas
con la duda de la novedad en un platillo
mientras abres el refrigerador y atinas a permutar los ingredientes
las salsas y sus vapores

No bastan los abrazos
si los enojos tantos
si el hartazgo fisura el remolino del sexo matutino

No basta mi sexo dentro tuyo
ni el bendito abrazo de tu cuerpo, ahí donde se concentra
el instante último de los todos
donde se arrancan los gemidos desde lo más profundo
Tampoco basta si me derramo en tu torrente
si penetras mi hombría y viertes en mí la calidez (oh, receta primigenia)
            la mesurada llama que inflige vida y palpita en el estéril océano de mis entrañas

Ni los besos bastan
si soltamos de los labios el filo que el enfado
si habiendo gestado una tormenta la callamos

Pero son estos los días
tu sien sobre mis hombros
Las esas tantas caras del romance
el horizonte al que miramos
los otros tantos disfraces que el amor
que nadie habla
que todos olvidan
Son los días una llamarada
y sus colores infinitos

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