Canto de mujer y otros poemas

CANTO DE MUJER

Las conchas esparcían luz a través del sonido

de los golpes del tambor.

El ritmo era inagotable, los pasos exquisitamente fragantes,

el tiempo no existía,

el momento era absoluto,

sólo una cosa era verdadera,

la relación con Nahuitl era una sola; hombre, naturaleza, universo.

El espíritu humano emanaba del humo del copal,

la guerra estaba por iniciar:

¡vencer a la noche, enaltecer el respeto de la misma esencia.

Una voz de mujer inició la batalla.

¡La tierra es la madre, el testigo de todo lo que fue!

Su mano en un grito de manifestación levanto el caracol  e inicio el canto:

¡Huizilopochtli sendero de todo, permite llegar al efecto la voluntad de la vida!

Los rostros eran más rígidos que el jade pero tan nobles como el oro.

La fuerza de su ser podría vencer la mayor de las contiendas,

la nunca librada por los hombres; su propia limitación.

La lluvia de los movimientos corpóreos mojaban a los observadores

de conocimiento y libertad.

La magia era inagotable como la verdad de nosotros mismos.

Los cuerpos femeninos volaban cual quetzales emprenden

la búsqueda de las dimensiones infinitas.

¡El silencio, jamás!

¡El llamado, siempre!     

¡El canto, eterno!

                                      Mujer

BARROCO

 Cielo arrebolado de notas centelleantes,

liquido artificioso de las cuerdas de esta guitarra

de gallegos pululantes,

recorren paulatinamente

los recuerdos de la mente

y lleva mis sentidos desordenados

cual primer demente.

De los sentidos,

de los olvidos,

del altar sagrado de tu espíritu mediterráneo

de esos ojos profanos y sagrados,

de las telas imaginarias

y floridas de los ángeles alados.   

Mis cantos y oraciones

se difuminan al sentirme acariciado

por vuestras vibraciones,

que minan, transitan y desquician esta fe corrompida.

Retablo de regiones que muestran cientos de legiones

de benditos jaraneros comparados con aquellos misioneros

cuya única encomienda

es la implantar eternas religiones.

¡sí!  la de tus pisadas costeñas,

tristes y amargas, pero finalmente huellas pequeñas…

como la de esa mirada; perdida y extasiada.

Un sueño churrigueresco

sólo pido de tu silueta,

que transformada en presente, aparezca ante mí

en esencia de muerte

festivamente irreverente.

Para cerrar entonces

las líneas y horizontes que dibujan eternamente

la trayectoria de santidades y querubines

a los remotos umbrales, de este cuadro barroco

TRIBUTO

Me deslizo pausadamente,

atraído por el olor a la canela.

Seducido por el sabor impaciente

de este amante que te anhela.

Entrar por tus sentidos yo quisiera,

y devorarte lentamente, entre mis sueños,

para dar fin a esta interminable faena.

El viento me indica tus pisadas,

tus sueños y tus asechanzas,

me presenta la oscuridad de tu mirada;

directa, concreta o simplemente discreta.

Y caigo seducido torpemente

por la esencia de esa alma,

con fragancias a canela;

a piel morena.

Te santifico, bendigo y glorifico

por ser de estas notas,

la musa y artífice de los deseos que me provoca;

esta pasión que me encadena.

BÚSQUEDA

Remonto el vuelo hacia mis adentros,

¡te busco!

este reclamo por encontrarte es perpetuo,

como la sonrisa del océano.

El llanto lapidario del tiempo

me arrastra por senderos

nunca antes descubiertos.

Posiblemente el deseo de ese objeto

denominado sentimiento,

manipula los sueños, los bríos

y todo aquello emancipado por tus besos.

No encuentro la explicación

a este momento…

y eso no es necesario entenderlo.

Pero sólo el imaginar que no te tengo dentro,

derrumba este instante claro y directo.

Y mi espíritu vaga por terrenos inciertos:

arena, fango y espinas

están clavadas en mi esencia

a través del cuerpo.

Las palabras son navajas

que rasgan sin piedad

los abrazos, los sollozos

o aquello que nos dimos los dos. 

Vuelvo la mirada a lo alto del nado

infinito de las aves.

Ellas me enseñan que las emociones

son puras y libres.

He ahí mi cuerpo, mi espíritu,

pero sobre todo

te encuentras tú.

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