En el bazar de antigüedades
Visité la tienda de antigüedades del centro. Le pedí al dueño que me mostrara lo más singular, lo más exquisito y nunca visto. El hombre era un poco extraño, demasiado delgado y seco. Actuaba con suavidad, usando movimientos muy teatrales y una voz falsa y engolada. “Acompáñeme”, dijo señalando conCuéntame más…