A las escondidas
La alarma sonó y la melodía irrumpió en mis sueños. El agua caliente no me hizo despertar del todo, aún sentía los ojos casi cerrados por el desvelo. Con mi taza de café ahuyenté a Morfeo. A las 8 ya debía estar bañada, peinada y lista para iniciar la claseCuéntame más…