Los pinos
Estábamos sentados espalda con espalda. Tu cansancio era evidente porque te quedaste dormido enseguida. No quise moverme para dejar que recuperaras fuerzas, pues aún nos faltaba regresar. Sin querer, sincronizamos la respiración; no recuerdo haber percibido tanta paz en ti, como cuando eras pequeño. Comencé a jugar con la hierbaCuéntame más…