Té para dormir
I. Con los ojos desorbitados, Silvina veía su reflejo en una de las ventanas del edificiomientras caía en picada junto a Monchito y las macetas de lavanda; aquélla flor que tantosmoretones les había aliviado. Las viejas soldaduras en el balcón cedían ante su peso, no habríaremedio suficiente que le ayudaraCuéntame más…