Josefina Fabregat

Nací en la gran Ciudad de México, un 19 de primavera de 1957. Como las flores que brotan con fuerza y belleza, crecí entre aventuras, imaginación y una curiosidad incansable. Desde muy joven, la música, la literatura y el arte comenzaron a dar forma a mi mundo interior. Soñaba con crear, con inventar, con dejar una huella hecha de palabras, colores y emociones.  Me gradué como licenciada en educación preescolar, una carrera que me permitió jugar, aprender y crecer junto a los niños. En ese mundo pequeño y lleno de asombro descubrí que enseñar era también una forma de contar historias, de construir puentes hacia la ternura y la risa. Fue una etapa luminosa, en donde la creatividad y la empatía se convirtieron en mis herramientas diarias.  Hoy, con 68 años de vida y gratitud, me dedico a pintar en acuarela, a capturar instantes con mi cámara y, sobre todo, a escribir. Escribir es mi pasión profunda, el lenguaje con el que hablo al alma de otros. Me dejo llevar por los cuentos infantiles, por relatos de misterio y de nostalgia, y en cada uno dejo la herencia invisible de mis padres: sensibilidad, amor por lo bello y respeto por la palabra.

Cada historia que escribo es un susurro que busca compañía. Y en cada trazo o fotografía intento que el tiempo se detenga, aunque sea un instante, para decir: aquí estoy, y sigo soñando.

Sus hojas, de un amarillo quebradizo, tiemblan al menor roce de aquel cuaderno antiguo que descansa sobre una vieja mesa, testigo callado del tiempo, envuelto en cuero marrón oscuro como si guardara un secreto. El lomo, curvado por el tiempo, aún conserva el aroma a memorias, nostalgia y olvido. EstáCuéntame más…

Allí estaba la casona vieja, como si el tiempo no hubiera pasado. La estaba esperando. Apenas cruzó el umbral, Fabritzia exhaló un suspiro y se detuvo. No era el viento, era algo más, como si la casona, con sus paredes negras de tiempo y humedad, se hubiera despertado. El aireCuéntame más…