José Gaona

José Gaona (Ciudad de México, 1987). Ha publicado en diversos fanzines y revistas especializadas en ficción especulativa como: Espejo Humeante, Penumbria, Anapoyesis, El Axioma, Colectivo Delfos, Relatos Increíbles, entre otras. Colaboró en las antologías de cuento: Exploraciones quiméricas vol. 1 (Lectio, 2019), Del futuro y otros menesteres (Vocho Amarillo, 2019), Liminales (Casa Futura Ediciones, 2021); así como en las antologías de minificción: El Necroeroticón (Penumbria, Diversidad(es) minificciones alternas, 2022), y Ventanas en el Mundo. Antología Digital Latinoamericana de Ciencia Ficción (EOS Villa, 2022). Obtuvo el 2º lugar en el Concurso de Cuento de Terror «La Cabra Negra y sus Mil Relatos», en su 7ª edición. Mención Honorífica en el 1° Premio Internacional de Cuento Breve de Ciencia Ficción “Construcción de Universos Posibles”. Su cuento “Un viento susurra entre las jacarandas” fue acreedor al 1° lugar en el Segundo Concurso de Cuento de Terror de la revista Semillas de Sauce. Ganador del Concurso de Cuento de Ciencia Ficción Semillas, Festival Internacional del libro y la Lectura, en su 2ª edición, organizado por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Ganador del 9° Concurso de Cuento y Poesía de Ciencia Ficción “José María Mendiola”. Y ganador del 10° Certamen de Microrrelatos Fantásticos y de Terror de Sants, España.

Los resortes del sofá liberan un quejido que suena como el lamento de voces viejas y quebradas. Es la enésima vez que me doy vuelta buscando la posisión más cómoda. Llevo mucho tiempo intentando abandonarme al sueño profundo, pero hasta ahora no he podido pasar de una duermevela que meCuéntame más…

Pese a los años transcurridos, sigo escuchando sus gritos en la oscuridad. Sigo escuchando sus ruegos en medio del llanto. La verdad es que la habíamos escogido a ella porque la odiábamos. Era la única que tenía una vida perfecta, no como Emilio, que padecía la vergüenza de tener unCuéntame más…

Entró arrastrando los pies, encorvado y andrajoso. Carmen lo vio desde la cocina. Estaba casi en los huesos, sus manos formaban un ovillo contra el vientre, seguramente para esconder la piedra o una estopa empapada en activo. —¿Ora qué haces aquí, cabrón? Este no es un pinche hotel para queCuéntame más…