Lo bueno y lo malo
Eran las tres y cuarto de la madrugada cuando el primer portazo estalló como un trueno. Después vino el segundo, seco, pero igual de potente. Y el tercero fue el que por fin rompió la cerradura. —¡Policía, hijos de su puta madre, al suelo! La voz tronó con fuerza desdeCuéntame más…


