El regalo mórbido
—¡Mierda! El coágulo brotó de la nariz. Más rápido que una esnifada con un billete de quinientos pesos. ¡PLAP! Así fue cómo sonó al manchar de rojo el blanco polar de los lavabos. El hombre solo pensó en repetir: ¡Mierda! ¡Mierda! Todo en el sanitario es impecable y reluciente. NoCuéntame más…