Ford-explorer
Bruno decidió no dormir con los vecinos y regresar a casa. Desde que cumplió dieciséis años, ya no le parecían entretenidas las piyamadas. Tampoco las peleas de Gokú, ni los carruseles descarapelados de la feria, ni las máscaras de Octagón o Fuerza Guerrera, ni siquiera abrir los huevitos de KínderCuéntame más…