Andrea trae el agua

A Andrea Ramos Estrada

revuelta de los ojos. Una luz
hasta ayer desconocida le dice
al oído cosas que la inquietan
le afloran sombras del vientre
(en su cabello se enredan
los anhelos del enamorado), y no es
la única noche que la cubre: otra
de horas altas le dibuja una línea
sensual y grave en la orilla de los ojos

: la advertencia
de que la niña alegre en los retratos
es ahora la mujer que dialoga
con la luna, su cópula
en las palabras que arden en la lengua
Solo un roce

pide a la distancia “Ojalá fuera una mano”
la grafía fácil, improvisada
que surge desde el fondo: las palabras
talladas en la luz después de un clic

Nunca el lenguaje o la luz fueron
tan propios
Ellos de sí
saborean el nuevo vocabulario: se preguntan
si siempre estuvo ahí ─un café, una canción
el cuerpo
: ahí donde no hay mar
rompe la sangre
suben
ciertas sombras se entumecen
despierta con ellas la alerta en la mirada
/ esa luz que en Andrea oscurece un deseo

: locura de ser

la terquedad con la que el mar lame la orilla

persistencia de sol en su incendiada soledad

Afirmación de ser un templo que arde
sin consumirse

(poema del libro “Fuego a voluntad”, 2018, 2020)

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