Would you lie with me and just forget the world?
Forget what we’re told
Forget what we’re told
Before we get too old
Show me a garden that’s bursting into life
CHASING CARS, SNOW PATROL.
Para mi amado esposo: Víctor
“¡Ah, nos atacan!” Era una frase recurrente que usaba mi esposo para cualquier visitante inusual en casa: hormigas, moscas, bueno, hasta los platos sucios y la ropa al cumplir su ciclo de uso y limpieza podrían entrar aquí.
El tono no cambió cuando se asomó aquel miércoles a revisar si la fumigación había surtido efecto, si habían adoptado a la onceava camada de gatitos y si habían por fin pasado a tiempo los servicios de recolección de basura del municipio o nosotros habíamos atinado a sacarla.
¡Ah, nos atacan, vieja! ¡Nos atacan, vieja! ¡Nos atacan! lo escuché gritar esta vez más serio, menos bromista, buscando protegerme a mí, aunque yo, lo que deseaba realmente era ver la abducción de primera mano. Contemplar cómo el mundo de todos se acaba al mismo tiempo y por la misma razón.
Lo primero que quiero que se lleven es la casa verde de mi vecina de enfrente con sus horrorosas estatuas de ángeles y motivos religiosos que rayan en lo grotesco.
No tengo nada en contra de los animales, ellos sabrán reubicar a “La Cuqui” que venía a usar mi banqueta y cochera de baño. Ella era nuestra gran atacante, hasta que los gatos “Infonavitas” nacidos entre los materiales de construcción la sacaban de aquí. Silenciaban así las peleas eternas de Hugo y la difunta Olivia por temas como el peso, la impotencia sexual y alta de inteligencia.
¿El ataque respetaría a que Efrén terminara de cambiarle el pañal a su papá? ¿Me permitirían algún incentivo o aliciente por encontrarme en el segundo aborto en menos de un año?
Abracé a mi esposo como cuando lo conocí aquel 19 de diciembre de 2022, un domingo. Escucho música de fondo que sube de volumen. “Mire, vieja, flotamos” escuché decirme mientras la nave cambiaba sus luces al ritmo de mi ritmo interno. Cuando escuchaba alguna melodía sólo podía significar que estaba otra vez embarazada.

Nací en Guachochi, Chihuahua, México, soy docente en familia de docentes criada en la sierra del estado de Chihuahua en la Tarahumara. Crecí con las historias de mi abuela, bisabuela, abuelos, tías y demás familiares así como el misticismo que narran la naturaleza y los enigmas presentes en el mestizaje y esos secretos de la estirpe que se han hecho presentes en mis letras tanto en la investigación, docencia, poesía, relato, columna, actuación, música y todas las artes donde me apoyo para contar e interpretar este pedacito de mundo donde nacieron los Ganoko que eran gigantes y los nativos kokoyome, seres de talla enigmáticamente pequeña.
Escribo donde puedo, lo que puedo y agradezco los espacios a donde mis palabras llegan, cobran significado e interpretación. Son los diamantes y la plata del espejo de Urania.