Según algunos rumores, un grupo de brujas del siglo XVII maldijo la obra para castigar a Shakespeare por haber usado sus embrujos en la obra, maldición que supuestamente continúa persiguiendo a la obra y causando estragos cuando es puesta en escena. La obra, significativamente más corta que Hamlet, nos muestra otro lado de la compleja naturaleza humana: por un lado, la ambición y sus consecuencias, y por otro, el rol de las creencias y la superstición.
Se teoriza que Shakespeare tomó algunos datos históricos para la obra, aunque tomó muchas libertades artísticas y lo adaptó a la realidad política de su época. Las Crónicas de Holinshed, publicadas en 1577, ubican a Macbeth y Duncane en la Escocia del Medioevo, donde Macbeth era un gran general, aunque muy cruel, y Duncane un rey bondadoso, quizás demasiado laxo. Como en la obra, las crónicas narran que después de una batalla, Macbeth y Banquo se encuentran con tres mujeres vestidas de forma extraña y salvaje. Vemos hasta aquí la similitud entre la trama de la obra y lo narrado en las crónicas. De forma muy interesante, a partir de aquí, Shakespeare adapta la base histórica de las crónicas a los ideales de la época y específicamente de su mecenas del momento, el Rey Jacobo I. Si consideramos que un año antes de la primera puesta en escena de Macbeth, se había detenido el Gunpowder Plot, un intento de asesinato orquestado por un grupo de ingleses católicos, que buscaban matar al rey Jacobo I, quizás hace sentido que el tema de asesinato de reyes fuese un tema sensible en el momento y que la forma de tratarlo fuera a través de evidenciar las consecuencias funestas de ir en contra de un rey impuesto por Dios.
Otro aspecto en el que vemos la posible influencia de que Jacobo I fuera mecenas de Shakespeare, es en el rol de lo sobrenatural (Nostbakken, 1997). Jacobo I era ferviente creyente en lo sobrenatural, incluso publicó un libro en 1597, Daemonologie, que contribuyó a que se perpetuaran las cazas de brujas en Europa (British Library Board, 2023). Se cree, de hecho, que James I participó en cazas de brujas personalmente (Creed, 2020). Quizá darles un lugar a brujas y lo sobrenatural en la obra fue una forma de halagar a James I y contar con su favor.
A pesar de lo interesante de su contexto histórico, considero que el mayor valor de Macbeth reside en el retrato que nos da de la naturaleza humana, explorando temas como la ambición, las relaciones interpersonales, las creencias y la complejidad que acompaña a las personas. Los personajes, especialmente Macbeth y Lady Macbeth, capturan de forma magistral las incongruencias, matices y riqueza de una persona de la vida real. De hecho, el proceso de transformación de Macbeth de héroe a antihéroe, si no villano, está plasmado con tal maestría que uno como lector está de su lado durante una buena parte de la obra.
Inicialmente, conocemos a Macbeth como un general talentoso y celebrado, ha ganado una batalla importante y ha sido felicitado por el rey Duncan. Se muestra leal y valiente, un aliado importante del rey. Su heroísmo inicial es precisamente lo que da pie a su caída, porque es justo en este punto alto en su carrera militar cuando su encuentro con las brujas y sus profecías encienden en él la chispa de la ambición que terminará por destruirlo. La profecía de que será rey echa raíz en la mente de Macbeth, que lo conversa con su esposa, Lady Macbeth, quién lo presiona para asesinar al rey. Para Macbeth esta decisión no es fácil y lo vemos ponderar las implicaciones morales de matar al monarca durante la escena VII del primer acto.
¿Pero cómo hacer callar a la razón que incesante nos recuerda sus máximas importunas, máximas que en la infancia aprendió y que luego son tortura del maestro? La implacable justicia nos hace apurar hasta las heces la copa de nuestro propio veneno. Yo debo doble fidelidad al rey Duncan. Primero, por pariente y vasallo. Segundo, porque le doy hospitalidad en mi castillo, y estoy obligado a defenderle de extraños enemigos, en vez de empuñar yo el hierro homicida. Además, es tan buen rey, tan justo y clemente, que los ángeles de su guarda irán pregonando eterna maldición contra su asesino. La compasión, niño recién nacido, querubín desnudo, irá cabalgando en las invisibles alas del viento, para anunciar el crimen a los hombres, y el llanto y agudo clamor de los pueblos sobrepujará á la voz de los roncos vendavales. La ambición me impele a escalar la cima, ¿pero rodaré por la pendiente opuesta?
Quiero destacar aquí, la importancia de Lady Macbeth como personaje en la obra. Lady Macbeth ejerce una influencia muy significativa en su esposo, quien no solo comparte con ella su experiencia con las brujas, sino que valora su opinión y sucumbe a los ataques a su hombría por parte de ella. Me atrevo a pensar que, aunque la profecía fue una tentación atractiva para Macbeth, su esposa es quien lo empuja a actuar en consecuencia y sellar su destino.
Ahora, en su camino como anti-héroe, acompañamos a Macbeth en la espiral destructiva en la que se embarca una vez que asesinan al rey. Macbeth se vuelve cada vez más cruel, asesinando incluso a quienes consideraba amigos cercanos en un principio, pero vemos que él también está pagando un costo muy alto: su cordura y su paz interior, mismas que va perdiendo conforme aumentan sus maquinaciones y manipulaciones para alcanzar y luego mantener su lugar como rey. Nos queda entonces la pregunta del destino versus la voluntad. ¿Es el declive de Macbeth su destino, como era su destino ser rey, aun si era bajo condiciones cuestionables? ¿O se lo buscó él mismo a través de sus decisiones? ¿Eran las profecías de las brujas más bien profecías autocumplidas, por los deseos profundos de Macbeth que esperaban manifestarse ante la mínima justificación a su existencia? ¿Pudo haber cambiado ese presagio si hubiera resistido la tentación de la ambición y la presión de su esposa?
En Shakespeare: la invención de lo humano (2006), Bloom comenta que la reacción que tenemos ante Macbeth es el terror, un terror que no ofrece oportunidad de catarsis y que nos confronta con algo demasiado humano. Al enfrentarnos a la obra, reconocemos a Macbeth y la tragedia que está por suceder, sin tener más remedio que participar. De los grandes protagonistas de las tragedias shakespearianas, Macbeth es uno que nos puede resultar familiar. Podemos encontrar nuestra humanidad en él y en sus luchas contra las tentaciones. Aunque rápidamente nos damos cuenta de que no es un héroe, identificamos sus matices y contradicciones humanas y quizás hasta cierto punto, lo entendemos, aunque no lo apoyemos. Bloom termina su capítulo sobre Macbeth diciendo que Macbeth nos excede, en energía y tormento, pero también nos representa, y lo descubrimos más vívidamente en nuestro interior entre más profundo nos metemos en la obra.
Referencias
Bloom, H. (2006). Shakespeare: la invención de lo humano. Anagrama.
British Library Board. (2023). King James VI and I’s Demonology, 1597. Obtenido de
British Library: https://www.bl.uk/collection-items/king-james-vi-and-is-demonology-1597
Creed, J. R. (2020). King James VI and I: Witch-Hunter and Protector of the Realm.
Füssli, Johann heinrich. Lady Macbeth marchant dans son sommeil, dit aussi Lady Macbeth somnambule (c.1784). Museo Louvre, Paris.
Holinshed, R. (c. 1577). Holinshed’s Chronicles of England, Scotland and Ireland. London: Printed for J. Johnson, F.C. and J. Rivington & others.
Nostbakken, F., Shakespeare, W. (1997). Understanding Macbeth : a student casebook to issues, sources, and historical documents. United Kingdom: Greenwood Press.

Karen Wagner Sinniger es profesora de filosofía, inglés y literatura en nivel medio superior. Es una lectora ávida y escribe en sus ratos libres. Su escritura se caracteriza por una escritura clara, sensible y profundamente reflexiva, en la que la literatura se convierte en una vía para explorar las dimensiones éticas, existenciales y simbólicas de la experiencia humana.
Karen Wagner Sinniger es Licenciada en Procesos Educativos, tiene una Maestría en Ciencias Cognitivas y está estudiando un doctorado en Filosofía.
