Estamos en el cuarto del fondo. El vidrio de la ventana que da al jardín está empañado. El frío lame mis pies.
No queremos dormir en la habitación de los abuelos. Las paredes se descascarillan; emanan el aroma de los ungüentos y medicinas rancias que le daban al tío Luciano, el que se murió con los ojos abiertos, asustados. Aquí, en esta cama.
Mamá y papá se fueron. Necesitan tiempo para ellos; para volver a quererse.
Escucho un quejido. Viene del patio del lavadero. Uno, dos, tres. ¿Eres tú, Agustín? Dejaron de contar. Ninguno de mis primos es tan torpe para entrar en el cuarto del fondo a esta hora. El instinto nos dice que algo está oculto. Esperando.
Abuela, quédate, la cama es la lengua de un gato. Ella arruga la nariz, finge no escuchar y se va a la cocina a esconder su fastidio por tenernos en su casa, en su cuarto, en su cama.
Tengo miedo y no dejo de llorar. Mi hermana me dice cállate y se da la media vuelta. También llora, pero despacito.
Nueve de la noche. No veo nada. El silencio me aterra. En el pasillo alcanzo a escuchar crujidos diminutos. Son uñas que intentan escapar del pozo. El pozo en donde dice el abuelo que hace muchos años arrojaron a una mujer.
Humedad. Madera. Olvido. La casa está llena de olvidos. La voz de la abuela, en algún lado de esa enorme casa.
Exhalaciones. Las hojas del eucalipto caen.
El suelo es un barranco que no me atrevo a pisar. Hay manos que se ocultan, escarban; mueven los delgados dedos para mostrar su impaciencia. El techo es un rostro y tuerce una sonrisa.
No tengo a nadie. Mi hermana, al lado, es una sombra que respira e ignora.
Tengo la boca seca. El sabor amargo del abandono.
Frío. Frío. Frío. Estoy temblando. Aprieto las cobijas contra mi cuerpo y sé que no protegen contra el miedo; contra aquello que se esconde.
Eso se acerca.
Uno, dos.
Tengo que correr, salir del cuarto, de la casa, del silencio.
Cinco.
Hermana, abre los ojos, alguien quiere jugar a las escondidillas.
Ocho.
Se acerca.
Nueve.
Murmura.
Diez.
El pozo está abierto.

Es bióloga y Maestra en Educación. Nació en Guadalajara, Jalisco, pero su corazón reside desde hace 34 años en el estado de Morelos. Ha publicado en la revista Voz de la Tribu, de la UAEM. Tiene dos cuentos cortos en el libro, Un mundo de bacterias, de la UNAM. En el 2021, publicó el álbum ilustrado infantil “El clan de los fantasmas”, con la editorial española Babidibú. En el 2022, obtuvo la mención de honor en: “Duendes, Pavos, Árboles y un Señor Vestido de Rojo: Navidades Paralelas” de la antología internacional de relatos navideños de la editorial Lengua de Diablo. En el año 2024 y con la editorial antes mencionada, fue seleccionada en la convocatoria para la antología de cuento breve “Triskaidekafobia: trece años de mala suerte”; y en el Primer Concurso de Cuento Corto de Terror, para la publicación digital. Asimismo, en el año 2024 ganó del Primer Concurso de Cuento y Poesía en la Alta Milpa, Ciudad de México. Actualmente cursa el tercer semestre del diplomado de Creación Literaria en la Escuela de Escritores Ricardo Garibay.