Suerte

We’ ve come too far / To give up who we are /

So , let’s raise the bar / And our cups to the stars…

Get Lucky, Daft Punk

En pleno 2040, el mayor logro de la humanidad quizá haya sido evitar una última guerra mundial, eso y los viajes al pasado. El reto fue utilizar esa misma tecnología para explorar otros planetas.

Por medio de un eco de consciencia lanzado hacia determinado punto en el pasado de algún voluntario entrenado, se logró ubicar el momento exacto de un día en su vida, de preferencia uno memorable para hacer la experiencia más certera. Pero hay sesgos cognitivos porque cada quien construye los recuerdos conforme a su capacidad de memoria.

El mismo prototipo se programaría para hacer viajar la mente humana a latitudes inimaginadas, con un margen de error considerable, porque los cálculos no se habían podido comprobar.

¿Cómo llegué aquí? Todo comenzó con aquél proyecto de ciencias naturales de mi etapa escolar. No le pedí ayuda a nadie para realizar aquél móvil del sistema solar, por eso dicen que no me apegué a los libros y me inventé un planeta más. No pude precisar cómo sabía de la existencia de Artemisa, así decidí llamarle desde entonces. Hoy puedo transmitir mensajes desde su superficie. Nadie me creyó hasta que logré obtener los datos para demostrar que efectivamente orbita en el sistema solar. Es un caso especial, se sincroniza con él cada 1000 años. Es por eso que soy la adulto mayor con más suerte, pues mi organismo se preparó durante décadas para realizar este viaje. Quizá mi mayor acierto fue la visualización tangible de objetivos, técnica que fue descartada hace mucho, tomada como charlatanería y que consiste en hacer creer a la mente que lo que deseamos ya existe y lo estamos experimentando.

Al conseguir que la sonda espacial auspiciada por aquel país oriental explorara Artemisa, pude recabar la información necesaria para hacer mi propia proyección de pensamiento monitoreada en todo momento.

Previamente se hizo registro de audio e imágenes holográficas que pueden ser interpretadas para recrear el entorno, y que ahora puedo corroborar de “primera mano”.

En teoría no debe existir ningún tipo de vida acá, sin embargo no puedo bloquear cierta señal que quiere llamar mi atención. Se encuentra en el núcleo y para poder llegar hasta él se requiere un esfuerzo descomunal de mi parte porque conforme me adentro, se crean distorsiones psíquicas.

Parece que algo se mueve. No debería temer, puesto que soy solo una extensión virtual de mí misma, pero desconozco lo que emite vibraciones cada vez más contundentes y provocan interferencia en la transmisión de datos hacia la Tierra.

Se determinó que una formación de espiral con cierta semejanza a un mítico dragón se dirige hacia la cápsula que me contiene (la cual no es más grande que una manzana). La incertidumbre de quedar varada aquí para la eternidad crece en proporción directa con la cercanía de aquél fenómeno.

Las últimas imágenes de la cámara arrojaron un ser orgánico que engulló la pequeña nave, le pareció tentadora porque es luminosa.

 El enorme ser vive en las profundidades de Artemisa, es su único habitante y consume todo tipo de energía. Se alimenta de los débiles rayos del sol, que puede obtener gracias a la órbita singular en torno a la estrella.

No tengo manera de cortar la transmisión pues se ha programado el modo ahorro. Como no hay necesidad de proporcionar oxígeno ni gastar combustible, estaré aquí dentro indefinidamente. Por supuesto pueden mandar más exploradores entrenados como yo, pero hasta que no averigüe como salir de aquí, no arriesgarán la integridad de nadie más, ¿o sí?…

Desconectarme de la fuente, dejaría mi cuerpo en la Tierra en estado vegetal. Sin embargo, no sabemos cuanto durarán las reservas de batería bajo estas condiciones. Si congelan mi cuerpo será una apuesta de supervivencia, pues ignoro si están dispuestos a solventar los gastos de mantenimiento por mucho tiempo. Estimamos que todo tipo de energía de la nave en estas condiciones se acaba en dos siglos, para ese entonces ya habrán mandado más misiones, dudo mucho que alguna sea de rescate. Lo intentarán muy pronto, pues la apuesta de llegar a Artemisa era obtener las cantidades interminables de hielo, que con cierto tratamiento, reabastecería las reservas de agua dulce en nuestro planeta.

Quizá sobreviva sin enloquecer a su llegada y me lleven de regreso, quizá logre desarrollar una compleja doctrina de pensamiento para no aburrirme, o algún otro invento revolucionario como solucionar que el cuerpo humano pueda viajar hasta acá sin atrofiarse, quizá no pierda la razón, quizá no me desenchufen… quizá.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *