Introducción
La obra de Jorge Luis Borges, laberíntica y deslumbrante, se erige como un monumento a la inteligencia, la erudición y la capacidad de subvertir las convenciones literarias. Sin embargo, Leopoldo Lugones criticó a Borges por el uso de la ironía y la paradoja en sus escritos, argumentando que esto era una forma de engañar al lector y de presentar ideas que eran originales, que su obra era demasiado intelectual y que carecía de la pasión y la emoción que consideraba esenciales en la literatura. Así mismo Julio Cortazar, aunque admiraba a Borges, también lo criticó por su elitismo y su falta de conexión con la realidad social y política de Argentina.
¿Pero cómo podemos rebatir estas aseveraciones?
Si sus cuentos y ensayos, poblados de bibliotecas infinitas, espejos que multiplican la realidad y laberintos metafísicos, han fascinado a generaciones de lectores y escritores. Sin embargo, una mirada más detenida a su método creativo revela una estrategia que, si bien no se ajusta a las nociones tradicionales de “verdad” o “autenticidad”, resulta fundamental para comprender la singularidad y el impacto de su legado:
1. Borges “hacía trampa” en sus escritos. Esta “trampa”, lejos de ser un engaño deshonesto, se manifiesta según Ricardo Piglia, como una manipulación consciente de la realidad, la historia y la autoría, utilizada con el propósito de explorar las profundidades de la filosofía, la metafísica y la propia naturaleza de la ficción.
2. Una de las formas más evidentes en que Borges “hacía trampa” era a través de la atribución apócrifa y la invención de fuentes inexistentes. En relatos como “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” o “Examen de la obra de Herbert Quain”, el autor argentino presenta según Piglia, con una seriedad casi académica la existencia de mundos imaginarios, enciclopedias fantásticas y autores ficticios. Detalla sus obras, sus ideas e incluso sus biografías con una precisión que roza la erudición, llevándonos a cuestionar los límites entre la realidad y la ficción. Esta estrategia no buscaba engañar al lector de forma maliciosa, sino más bien desafiar la autoridad del texto y la noción de verdad única.
Al inventar fuentes y atribuir ideas a entidades inexistentes, Borges ponía en evidencia la naturaleza construida del conocimiento y la maleabilidad de la historia. De tal suerte el autor de este ensayo piensa que, en un momento dado, el autor argentino al no citar la fuentes respectivas, pudo haber caído en el cuestionamiento de la autenticidad de sus escritos.
3. ¿Acaso la validez de una idea reside en su origen o en su capacidad para resonar con la inteligencia del lector?
La “trampa” borgeana nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de nuestras certezas y la naturaleza esencialmente ficcional de gran parte de lo que consideramos “real”.
Otra manifestación de esta “trampa” creativa se encuentra en su manipulación del tiempo y el espacio. En sus relatos, las fronteras entre el pasado, el presente y el futuro se difuminan, los espejos se convierten en portales a otras realidades y los laberintos físicos se transforman en alegorías de la mente y el universo, véase el “Jardín de los senderos que se bifurcan” y la “Doctrina de los ciclos”, donde explora la relación entre presente y pasado. El tiempo no es lineal sino una red infinita de posibilidades simultáneas. En “El Aleph”, un punto minúsculo contiene la totalidad del universo.
4. Estas distorsiones deliberadas de las leyes físicas y temporales no son meros recursos estilísticos; representan una exploración profunda de la naturaleza ilusoria del tiempo y el espacio, conceptos centrales en la filosofía y la metafísica. Al “trampear” con estas dimensiones fundamentales de nuestra experiencia, Borges nos obliga a cuestionar nuestra percepción de la realidad y a considerar la posibilidad de existencias alternativas y concepciones del universo más allá de nuestra comprensión cotidiana.
La coherencia lingüística y la apropiación de ideas y estilos son también elementos clave de la “trampa” borgeana. Sus textos están repletos de referencias a obras literarias, filosóficas y religiosas de diversas épocas y culturas.
Sin embargo, para Julio Cortazar, estas referencias no siempre son citas directas o análisis académicos; a menudo son reinterpretaciones, modificaciones o incluso invenciones que se integran de manera orgánica en la trama.
5. Borges toma prestadas ideas, personajes o estructuras de otros autores, los transforma y los utiliza para construir sus propios universos ficcionales. Esta práctica, que en otros contextos podría considerarse plagio, en la obra de Borges se convierte en una forma de diálogo con la tradición literaria y un reconocimiento de la naturaleza inherentemente interconectada de todo conocimiento.
Al “trampear” con la autoría y la originalidad, Borges nos recuerda que ninguna idea surge de la nada y que la creación es siempre un acto de apropiación y transformación. De hecho, Borges declaró en diversos foros el fenómeno cíclico de la literatura.
6. Finalmente, la propia identidad del autor se convierte en una forma de “trampa” en la obra de Borges. A menudo, el narrador de sus cuentos se presenta como un erudito, un bibliotecario o un estudioso que comparte sus investigaciones y descubrimientos. En algunas entrevistas, Borges hacía sentir inteligente a la gente que lo cuestionaba, ello soporta lo dicho en el punto 5.
Sin embargo, esta figura del narrador confiable y objetivo a menudo resulta ser una construcción, un personaje más dentro de la ficción.
La ambigüedad entre el autor real y la voz narrativa, la mezcla de elementos autobiográficos con invenciones fantásticas, contribuyen a difuminar las fronteras entre la realidad y la ficción, invitando al lector a cuestionar la autoridad del narrador y la propia naturaleza de la autoría.
Al “trampear” con su propia identidad, Borges nos recuerda que incluso la figura del autor es una construcción discursiva y que la verdad puede ser escurridiza y subjetiva.
7. En conclusión, la “trampa” en los escritos de Jorge Luis Borges no es un acto de engaño deshonesto, sino una estrategia creativa deliberada y sofisticada. Ya que la mayoría de los lectores del escritor argentino, hemos dado por hecho, la contundencia y veracidad de cuentos como: “El sur”, “Emma Zunz”, “El congreso” y otros más.
8. Borges desafía las convenciones literarias tradicionales y nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la realidad, la verdad, la historia y la propia ficción.
9. Su obra se convierte así en un espejo trucado que, al distorsionar la realidad, nos permite verla desde perspectivas nuevas y reveladoras. La “trampa” de Borges es, en última instancia, un acto de profunda honestidad intelectual y una poderosa herramienta para explorar los laberintos infinitos de la mente humana y el universo.
Sus “engaños” son las llaves que abren las puertas a una comprensión más rica y compleja de la literatura y del mundo que habitamos.

Nació un día de intenso sol, el 5 de abril de 1956, cuando la poesía se estaba olvidando. Recibió, como primer regalo de manos de su padre, el poema Margarita de Rubén Darío. Al memorizarlo obtendría un premio monetario y con este simple hecho la poesía cambió su vida. Se crio en la Ciudad de México, con un libro para leer en cada mano y una poesía en sus labios, para guardarla y repetirla en días de fiesta. Para él era como un bálsamo. Estudió Administración de Empresas en la UNAM, dejando la literatura bajo su pecho, mas nunca olvidó la pluma que le traía la nostalgia por la poesía. Hacedor de cuentos y poemas toda la vida, quiso realizar el sueño de plasmar la admiración por la naturaleza y el amor por la vida en toda la expresión de la palabra. Acaba de presentar su primer poemario “Cementerio de Esperanzas” en Zetina Editorial.