Amalgama

Mis poemas, juglares del desierto,

beben las horas solitarias de la noche.

Intrépidos se mecen

en las crines granas del crepúsculo.

Se sumergen en la sima de mis venas,

a escudriñar sus ángulos,

a usurpar mi corriente subterránea.

Sus afiladas uñas se clavan a la piel

que envuelve el alma;

impúdicos se mezclan con mi savia.

Traspasan las frágiles celosías

que me esconden entre estratos;

amalgama de tristeza y llanto.

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