1
Todos los días hay algo que duele
como esta sangre que es de lodo
y se arrastra por mi corazón agonizante,
sepúltenlo,
griten sus santos óleos
muerte de mi muerte
hay un corazón sin sepulcro,
un corazón de hueso,
astillado, frágil
terco
inservible
para este cuerpo que no respira
que huele a ropa sucia
a lágrimas podridas,
y yo ando con él en cada paso
como un escarabajo al que le han arrancado las patas
y sus alas vuelan apenas para llegar
a una flor sin aroma
a un paraíso perdido.
2
En mi corazón hay una calle habitada por putas
todas me llaman y me invitan de su amor triste
de su cuerpo limpio
de su lengua sucia
de su memoria frágil.
Yo no hago más que pasar de frente,
quizás con mi muerte salgan de ahí
y regalen la sonrisa de sus piernas.
Pero mientras tanto ahí se quedan
encerrada en mi corazón con techo de lámina
sin puertas, sin ventanas,
solas
inserviblemente solas,
llenas de la mirada morbosa de un cuerpo que
siempre tuvo hambre y sueño.
Editor, escritor y promotor de lectura. Ex godín alcohólico, poeta frustrado. Ciclista emergente. Eterno padre de Camila.